Tu hijo adolescente quiere sentirse escuchado, no que le soluciones los problemas
Los jóvenes necesitan sentirse comprendidos y acompañados, no que de repente su padre o su madre se conviertan en el psicólogo-’influencer’ que hace ‘coaching’ de crianza consciente y respetuosa


Muchas veces, en vez de pararnos a escuchar y prestar atención a quien lo necesita, nos disfrazamos de consejeros que tienen el don de encontrar soluciones mágicas que en realidad no suelen valer para nada. Simone Weil, filósofa francesa, decía lo siguiente sobre la atención: “Es la forma más rara y pura de generosidad”. Pero vivimos en la época del consejo, del consejero, del coach, del que, a menudo sin tener ni idea de lo que pasa por la cabeza de alguien, se dedica a dar consejos en Instagram o TikTok sobre cualquier tema. Consejos sobre crianza positiva, disciplina positiva, educación plena y sinónimos rimbombantes que se centran más en la persona que habla que en la persona a la que hay que escuchar. Y es justamente lo contrario de lo que señalaba Simone Weil.
Para colmo, muchos de estos consejos ni siquiera son gratuitos. Las redes sociales están llenas de influencers-psicólogos que te venden sus consejos, sus tricks para padres preocupados, en forma de curso online. Está por ver el contenido, pero el punto de partida en estos casos es que no hay soluciones mágicas. Lo importante es escuchar. Escuchar es tener tiempo para escuchar, ahora que también está de moda el llamado “tiempo de calidad”, que no es más que un autoengaño para quien no tiene tiempo y trata de lamerse las heridas. Tener tiempo no es encontrar dos horas de vez en cuando, es estar todos los días. Es poder generar un ambiente en casa que sea propicio para la escucha, no para el consejo. Por lo que lo primero, y más importante, es no comportarte con tu hijo como si fueras un influencer charlando sobre conciencia y liderazgo, sino atender a su necesidad para dar una respuesta acorde a lo que necesita. Y su necesidad es justamente esta: sentirse escuchado y ayudarle en la reflexión.
La escucha activa —otra cosita que ahora también está de moda, pero mal explicada— consiste en una actitud facilitadora de la comunicación, que posibilita una mejor comprensión del otro, y que se manifiesta con una serie de comportamientos positivos que le permiten expresarse en función de sus necesidades sin ser interrumpido. Cuando nos centramos en la solución, interrumpimos, y, por tanto, escuchamos mal. Además, no solo no ayudamos a nuestros hijos e hijas cuando escuchamos mal, tampoco nos ayudamos a nosotros mismos. ¿Y esto como puede ser? El estudio Estrategias de respuesta del oyente ante un otro angustiado señala que los sujetos que se dedicaron a dar consejos a alguien que se sentía mal, o a charlotear (meter un sermón) estaban significativamente más deprimidos y rechazaron más a la otra persona que quienes se dedicaron a escucharles. De hecho, en este caso, incluso encontraron beneficios mutuos.
¡Sorpresa! Resulta que tu hijo quiere sentirse escuchado, no que le soluciones el problema. Lo que necesita es sentirse comprendido y acompañado, no que de repente su padre o su madre se conviertan en el psicólogo-influencer que hace coaching de crianza consciente y respetuosa, y que al final no resuelve el problema, sino que, más bien, lo empeora.

Las relaciones humanas se basan en la comunicación, pero antes de comunicarnos con los demás, se basan en la comunicación con uno mismo, y se expresa también cuando tratamos de escuchar. Hay un punto, además, muy importante: los seres humanos no solo pensamos en el presente, sino en el pasado y en el futuro, y nuestro estilo de comunicación con un adolescente es fundamental para ayudarle no solo en su presente, sino en el control de su pasado y en las expectativas para con su futuro.
Las mejores herramientas de los padres y madres, por tanto, son el lenguaje en forma de escucha, y las medidas de contención verbal que ponen en marcha para controlar su propia conducta y prestar atención a su hijo, en vez dedicarse a darle consejos. Por tanto, el desarrollo del diálogo tiene que ser:
- Respetuoso, con tono de voz calmado y neutral.
- Con contacto visual cordial, no amenazante.
- Dejando hablar al menor. Haciendo que se sienta escuchado (escucha activa).
- Evitando interrogatorios largos o preguntas directas. Mejor preguntas abiertas.
- Evitando discutir o responder con actitudes hostiles o desafiantes ante sus argumentos.
- Evitando realizar juicios de valor sobre su actitud o conducta, ya que esto provocaría un incremento del riesgo de que se refuerce el pensamiento aversivo —que anticipa lo negativo que puede ocurrir—.
- Utilizando frases que fomenten la empatía, que le hagan ver que nuestro interés es comprender lo que les sucede y poder ofrecerles ayuda en su problema.
- Normalizando las emociones y ayudándole a ventilarlas para ayudar a disminuir la tensión emocional, lo que permite ver las cosas de forma diferente y mejorar la autoeficacia.
Conclusión: lo mejor es escuchar, dar espacio a la emoción, tener paciencia, acompañar, dejar de decir lo que hay que hacer y, sobre todo, dejar de seguir en Instagram a ese tipo de cuentas que no sirven para nada y que alejan a los padres de sí mismos con consejos genéricos que pueden obstaculizar y perjudicar la comunicación.
Los progenitores deben ser ellos mismos y trabajar la forma de comunicarse con su hijo adolescente. Este el mejor consejo que les puedo dar como profesional y experto en modificación de conducta con niños, niñas y adolescentes, y como mediador familiar. Pero, por encima de todo, es el mejor consejo que les puedo dar como padre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
