Un centenar de muertos en Irán
Ciento cinco personas murieron en la ciudad iraní de Shiraz el lunes al disparar el Ejército contra los manifestantes que pedían la marcha del sha, según fuentes de la oposición, y otras diecisiete resultaron también muertas en ciudades de la costa del Caspio en los últimos días.Arabia Saudita hizo públicas ayer unas declaraciones de respaldo al sha de Irán, y una actitud similar, aunque no pública, parece haberle confiado el Gobierno iraquí, que tiene extensas fronteras con Irán, a la emperatriz Farah Diba, que fue en los últimos días en misión de buena vecindad a Bagdad. En París, sin embargo, el líder religioso Ayatollah Jomeiny dijo que las festividades del próximo mes de diciembre serán decisivas para ver la actitud del sha y del Gobierno, y «saber si es necesario recurrir a la lucha armada».
Por otra parte, el secretario del Tesoro norteamericano, Michael Blumenthal, finalizó ayer una visita casi secreta a Irán, de veinte horas, durante la cual remitió al sha un mensaje verbal del presidente Carter.
La visita de Blumenthal forma parte oficialmente de la gira que efectúa por varios países productores de petróleo al aproximarse la reunión de la OPEP, prevista para el próximo 16 de diciembre en Abu Dhabi, que debe decidir el precio futuro del crudo.
Aunque se ignora cuál será la postura de Irán en la OPEP, la huelga que persiste en este sector, a pesar de los mentís oficiales, mantiene la producción alrededor de los 3.700.000 barriles diarios, un 60% aproximado de la producción normal.
En una entrevista concedida al periódico, británico The Times, el primer ministro, general Gholam Azhari, dijo que se considera sólo provisionalmente en el poder, pero que mientras esté, él es quien gobierna el país y no el sha. Dijo, asimismo, que su cometido principal es restablecer el orden, lograr que se normalicen los trabajos, y someter ajuicio a todos los corrompidos, incluida la familia real.
Precisamente para lograr la vuelta de los huelguistas al trabajo, el Gobierno militar amenazó severamente a los empleados de la compañía de electricidad y de la planta eléctrica de Shahryar, que se encuentra a 88 kilómetros de Teherán. Estos trabajadores exigen el fin del régimen militar, la abolición de la ley marcial, la libertad de todos los presos políticos y la constitución de un Gobierno civil. Técnicos del Ejército ocuparon puestos claves en la empresa que suminista a Teherán el 50% de sus necesidades en energía eléctrica. En los otros aspectos, la vida en la capital parece haberse normalizado incluso en el Bazar, el sector tradicional ligado a los líderes religiosos.
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