_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

TVE en los Juegos: de lo lamentable a lo grotesco

Los Juegos Olímpicos de Moscú finalizaron el domingo con la ceremonia de clausura, de la que Televisión Española volvió a ofrecernos escasos minutos en su programación. En realidad fue el consecuente broche final a una información que, si en ocasiones pasadas sobre temas deportivos había rayado demasiadas veces en lo lamentable, en esta ocasión entró de lleno en lo grotesco. Una vez más, lo censurable no fue lo poco ofrecido -discutible por las circunstancias- sino lo mal que eso se ofreció.Incluso partiendo de la base de que todas las televisiones de la Europa occidental habían recortado las horas de transmisiones sobre el acontecimiento olímpico tras el boicoteo, la incongruente programación inicial de Televisión Española sobre los Juegos empezó por estropear aún más el panorama. Después, a lo largo de los días, ni siquiera se respetaron esas migajas «echadas al sufrido telespectador».

Televisión Española sólo «rompió» de forma casi insólita sus sólidos esquemas, inamovibles casi perennemente, aunque prive la actualidad más palpitante, al retransmitir los partidos España-India, final de hockey sobre hierba, y España-URSS, de baloncesto, para el tercer y cuarto puestos. Lo hizo por la segunda cadena, infrautilizada increíblemente durante todos los Juegos, pues sólo se ofrecieron por ella, además, transmisiones los días 26 y 27 de julio y 2 de agosto, fines de semana. El primer día se dio un resumen diferido de la natación, a la misma hora en que se disputaba -y transmitía- atletismo por la primera cadena; en el tercero, también en diferido, -cosa que no se dijo casi nunca, en otro engaño al telespectador-, se ofrecieron las finales de piragüismo -1.000 metros-, mientras por la primera se pasaba la tediosa final de fútbol. Televisión Española no había transmitido tampoco en directo las finales del deporte acuático sobre 500 metros, donde precisamente España logró la medalla de plata, mientras al día siguiente sólo conseguía el bronce. Así pues, Televisión Española, aparte de ofrecer un escasísimo número de transmisiones en directo o en diferido, las hizo coincidir casi siempre en las pocas veces en que utilizó los dos canales.

Sin embargo, la falta de consideración al telespectador alcanzó ya límites insospechados en los momentos en que se esperaba como único manjar la media hora o la hora programada de transmisión. Hubo días en que el programa, de atletismo o natación, únicos deportes tratados, fue demasiado largo, con más tiempo invertido en las ceremonias de entrega de medallas que en las pruebas en sí. Otros, en cambio, faltó tiempo para poder presenciar acontecimientos de gran interés o no quedó más remedio que ver todo el programa Cosas, con concursos incluidos, ya para no perderse los segundos, ofrecidos de algunas pruebas. Todo un suplicio.

Aparte de los desafortunados comentarios de los enviados especiales, en los que en su mayoría se sucedieron los errores y una falta de documentación sobre los temas alarmante, las situaciones de desprecio al aficionado fueron casi continuas. No se puede en una televisión seria, en la que debería haber, al fin, alguien con capacidad para evitarlo, corta- una transmisión.deportiva cuando se va a intentar superar un récc rd del mund3. El polaco Kozakiewicz acababa de saltar, con pértiga, 5,78, lía plusmarca, e intentaba 5,82. El que luego fallara esa altura es lo de menos. Se trataba (le tina hazaña de alcance universal hurtada al telespectador. Y tampoco se puede, por lo que al atletismo, al Y

deporte español le toca, anunciar por parte del comentarista que Llopal:I iba segundo en 50 Hórnetros marcha, que estaba a punto de ganar la rnedalla de plata, y que « Dor necesidades de prograrnaci~, Fiara poner una película de celilloide rancio, que podía esperar perfectamente media hora, «es necesario devolver la conexión a Prado del Rey». Es posible que en Prado del Rey tengan ahora las disculpas de que la televisión soviética e.iviaba sólo las imágenesque le interesaba, o que llegaban en malas co:idiciones al -unas veces. Es MuY Fosible. Pero cuando se cometen tantos errores año tras año -recoidernosaquei, campeonato de ciclocross en que se cortó la transmisión cuando faltaba una vuelta, o muchos más-, las soluciones son ya exigiPunto y aparte merecen los resúrnenes. El de medicidía empezó renqueante, porque, al parecer, no se les dejaba a los cámaras de T,.-Ievisi,~n Española entrar en los estadios-, pero, mal que bien, la información sobre los españoles se mantuvo. En la segunda cadena, por la noche, en cambio, sevolvió a demostrar que para Televisión Española no existió más que un reducido número de deportes de los veintidós del programa. Nunca se llegó a los 55 minutos previstos -de 22.45 a 23.40-, porque Televisión Española pareció siempre tener prisa en quitarse de en medio lo poco que ofreció. Y, nuevamente, los comentarios -sin sab~er, por ejemplo, en esgrima, quiéri era tocado hasta el último día- estuvieron al similar bajo tono de las imágenes. Se repitieron las más de las veces las ya pasadas en directo y se perdieron, como cabía temer, los mejores momentos de deportes tratados fugazmente. La f`inal de balonmano masculino se despachó con escasos segundos y las de volelbol o baloncesto ni con eso; en la del voleibol femenino se conectó, pero tarde. Televisión Española no tendrá que preocuparse (te otros Juegos hasta dentro de cuatro años. Si no cambia, mejor que no se preocupe.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_