Generali, el león alado que quiere volar en Bolsa
La aseguradora italiana ha emprendido una profunda transformación para ser líder en gestión de activos


La figura del león alado, marca de Generali, es omnipresente en Venecia. El símbolo del evangelista San Marcos está en el frontispicio de la basílica de la ciudad —una joya de la arquitectura bizantina—; en la escultura sostenida sobre una columna que da la bienvenida a quienes llegan en barco al muelle del palazzo ducale; es el premio de su festival de cine; y está en todos los pendones municipales que ondean en palacetes y edificios oficiales. Ese emblema también lo hizo suyo la compañía Assicurazioni Generali hace más de un siglo. La mayor aseguradora italiana y una de las más grandes de Europa —con una facturación que supera los 90.000 millones de euros— tiene una dilatada historia que se remonta a 1833. Generali ha recogido el testigo expansivo y comercial de la Serenísima República y, como la ciudad, que se ha reinventado mil veces, la aseguradora se encuentra ahora inmersa en una profunda transformación.
Gnerali celebró el 30 de enero en la capital del Véneto uno de sus encuentros más trascendentales de los últimos años: la presentación de un nuevo plan estratégico trianual. Su consejero delegado, el francés Philippe Donnet, explicó ante decenas de periodistas e inversores, cómo quiere convertir a la compañía en un referente del dividendo en toda Europa, prometiendo la distribución de más de 7.000 millones de euros en pagos a accionistas, además de con un ambicioso programa de recompra de acciones por valor de 1.500 millones de euros. De momento, los títulos bursátiles de la compañía ya están volando, anotándose una subida de casi el 50% en los últimos 12 meses, a pesar de la fuerte contestación interna que tiene Donnet. El directivo afronta ya su tercer mandato en la compañía del león, que dirige desde 2016.

“Estamos más fuertes que nunca y estamos preparados para seguir creciendo”, defendió Donnet en un tono casi desafiante ante la batería de preguntas que cuestionaban la última operación que ha anunciado la empresa. Una semana antes del encuentro con inversores y prensa celebrado en el edificio de la Procuratie —en la turistificada piazza de San Marcos—, Generali había anunciado un alianza estratégica con la gestora de activos francesa Natixis (propiedad del grupo bancario BPCE). Un movimiento que ha traído cola.
Donnet justificó esta operación como “una oportunidad única para crecer en el sector de la gestión de activos, una industria donde los gigantes de Estados Unidos son cada vez más grandes y poderosos”. También enfatizó que Generali seguirá teniendo el control. Pero las suspicacias por tratarse de un directivo francés aliándose con un banco de esa nacionalidad son evidentes. El Gobierno de la postfascista Giorgia Meloni ha pedido garantías de que la operación no suponga que el dinero de Generali se va a ir para Francia. En Venecia todavía escuece cuando Napoleón Bonaparte invadió la ciudad en 1798, puso fin a la Serenísima República después de 1.100 años de historia y, para colmo, robó la escultura del león alado y se la llevó a París. Tras su caída, la talla volvió a su pedestal frente a la desembocadura del gran canal.
“No vamos a sacar fuera de Italia las decisiones sobre dónde se invierte el dinero de los clientes de Generali. Seguirá siendo la compañía de seguros quien decida qué acciones o bonos comprar, en beneficio de nuestros clientes. Es absurdo decir que estamos mandando el dinero de los italianos a Francia”, se quejaba amargamente Donnet.
La decisión de aliarse con Natixis no es sino un paso más para convertir el negocio de la gestión de activos en una parte fundamental de Generali. El 17 de enero la compañía había anunciado la compra del el 77% de la firma de inversiones MGG —especializada en crédito privado— por 311 millones de euros. Un año antes ya había adquirido Conning Holdings Limited (CHL), una empresa de inversiones que ofrece servicios al sector asegurador. El que fuera consejero delegado de esta firma, Woody Bradford, se ha convertido ahora en el hombre fuerte de Generali Investments.
Bradford, con una dilatada carrera en Estados Unidos, explicaba a la prensa durante la presentación del plan estratégico que tiene “todo el sentido del mundo” la alianza entre aseguradoras de vida como Generali y gestoras de activos. “Las compañías de seguros de vida tienen relaciones a muy largo plazo con los clientes, lo que encaja muy bien con la gestión de activos, donde cada vez hay mayor interés por invertir en activos privados, como crédito, compañías no cotizadas e infraestructuras, un tipo de inversiones en las que se requiere mantener las inversiones durante mucho tiempo, y en la que nos estamos especializando”.
La fuerte transformación de Generali está llamando la atención de todo el sector. El consejero delegado de la compañía francesa Coface, Xavier Durand, reconoce que la aseguradora italiana “es un ejemplo de compañía antigua, con una marca y una red muy sólida, que está llevando a cabo una auténtica revolución en su interior”. Esa metamorfosis conecta bien con uno de los empleados más célebres que ha tenido el grupo asegurador: el escritor checo Franz Kafka, que trabajó en la oficina de Praga de Generali en 1907.
La conexión de Generali con Venecia se remonta a 1833, el mismo año de la fundación de la compañía en la cercana ciudad de Trieste. Esta última era el principal puerto de mar del Imperio Austrohúngaro durante el siglo XIX. Y la aseguradora, en su origen, tenía el apellido de “ítalo-austríaca”. De hecho, hasta 1918 el símbolo de la empresa no era el león alado sino el águila bicéfala de los Habsurgo, que reinaban en Viena. El presidente actual de Generali, Andrea Sironi (quien también es rector de la Universidad Bocconi de Milán) recuerda la estrecha relación que ha tenido siempre la aseguradora con la capital del Véneto. “Desde el principio, la compañía quiso tener una agencia propia en Venecia, por su poderío comercial”. Ahora, la ciudad acoge la sede de la fundación del grupo, denominada The Human Safety Net (la red de seguridad humana, en inglés). “Nuestra fundación está muy enfocada en la ayuda a los refugiados y a los niños pequeños”, apunta Sironi. Mientras, el cuartel general se encuentra en la más financiera e industrial Milán.
La compañía tiene en la actualidad 82.000 empleados y opera en 50 países. En España, tras la adquisición de la filial de Liberty Seguros, Generali se ha convertido en la cuarta mayor compañías de seguros generales. “Estamos muy satisfechos con la operación”, explica Marcos Sesana, el número dos del grupo. “Creemos que no hemos pagado un precio excesivo y ya este año vamos lograr muy buenas sinergias”. También aquí, los planes de la aseguradora pasan por tener una presencia cada vez más potente en el negocio de la gestión de activos. “Queremos no solo dar servicios a clientes del grupo, sino ofrecer nuestros fondos a terceros”, apunta Sesana. De hecho, Generali tiene ya en Italia un negocio de banca privada. ¿Y cuál es una de sus oficinas más emblemática? La que tiene en la plaza de San Marcos de Venecia, la cuna del león alado.
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