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Más de 300 trabajadores del Hospital de Torrejón protestan contra la precariedad y dicen que la empresa solo se preocupa por su imagen

Ribera Salud ha tapado el cartel de la entrada en un intento de proteger la reputación de este centro público que se beneficia económicamente por atender a pacientes de fuera de su área gracias a un convenio con la Comunidad de Madrid

Trabajadores del hospital de Torrejón, en Madrid, en la concentración de este miércoles.

Para la empresa que gestiona el hospital universitario de Torrejón de Ardoz, Ribera Salud, la imagen que proyectan es muy importante. Tanto es así que, cuando los diferentes sindicatos de trabajadores del hospital anunciaron una concentración la mañana de este miércoles en la puerta principal para pedir mejores condiciones laborales, la directiva mandó a cubrir con una lona azul la palabra Torrejón del cartel de la entrada y, en plena protesta, envió a varios empleados a dar una mano de pintura a las señales viales del pavimento, para impedir que los manifestantes se colocaran allí. Aún así, más de 300 trabajadores se han reunido en los exteriores del centro para expresar su malestar con la gestión. Los empleados dicen que la empresa toma medidas para proteger la imagen como prohibir las botellas de agua sobre las mesas o las chaquetas en el respaldo de la silla “para no afear la estética del centro”. Lo hace, aseguran, para esconder la precariedad laboral del servicio. “Si la empresa cuidara a los trabajadores como cuida su imagen, estaríamos muy bien”, afirma una manifestante a través del altavoz con el que anima a la multitud.

Este hospital público de gestión privada es bien conocido por su servicio de maternidad, que es tan popular que vienen familias de fuera de la Comunidad de Madrid para tener a sus bebés. Es el quinto centro por cantidad de partos (2.024) en la región según los últimos datos publicados, de 2023, una cifra muy llamativa si se tiene en cuenta que solo tiene 250 camas. Según su web, unidades como mamografía 3D, ictus, cirugía de próstata y cardiología también son referentes. El hospital de Torrejón tiene asignada a la población residente en los municipios de Ajalvir, Daganzo, Fresno de Torote, Torrejón de Ardoz y Ribatejada, pero, por su modelo de gestión, recibe un pago extra por parte de la Comunidad por cada persona externa a la que atiende. Por estas razones se preocupan especialmente por mantener una buena imagen.

La administración del hospital de Torrejón mandó a colocar una lona azul sobre el cartel de la entrada y a pintar los alrededores el mismo día de la concentración de trabajadores, este miércoles.

Para el cirujano digestivo Enrique Esteban, la pérdida de trabajadores, mucho con más de una década de experiencia, en servicios como la UCI, Anestesiología, Endocrinología y la unidad del dolor, habla mejor de las condiciones de trabajo que las propias palabras. “Teníamos sobresaliente en la calidad asistencial y en la seguridad del paciente”, dice, en pasado, Esteban. Según cuenta, desde hace dos años la atención se ha deteriorado debido al cambio en la gerencia, que ahora tiene un estilo “muy irrespetuoso” con los trabajadores. “Hemos perdido a un montón de profesionales históricos que ayudaban a que la calidad de la atención fuera muy alta. Han conseguido hartar a los trabajadores y dinamitar el servicio”. A pesar de que la demanda del hospital de Torrejón crece, la plantilla lejos de seguirle el ritmo, disminuye, según aclara el cirujano. “Cada vez atendemos a más población y a más población de fuera”.

Los últimos datos de la Comunidad de Madrid sobre este hospital muestran que en 2022 se realizaron 15.677 citas entrantes, es decir, específicamente de pacientes de fuera que acceden por el sistema de libre elección, y en 2023 el número ascendió a 24.377, un aumento del 55%. La plantilla del área médica-facultativa de 2022 a 2023, sin embargo, cayó de 318 a 302 trabajadores y en el área de enfermería pasaron de 670 a 655.

Una trabajadora del hospital de Torrejón sostiene un cartel en la concentración de este miércoles.

Tania García, presidenta del Comité de Empresa y portavoz del sindicato Satse Madrid, asegura que más del 50% de la plantilla de enfermeras son nuevos ingresos. En el último año y medio, detalla, solo en el servicio de urgencias se han marchado 29 enfermeras de una plantilla de 42. Muchos servicios solo los están renovando con personal mercantil, que son trabajadores externos contratados por corto tiempo. El hospital utiliza una aplicación llamada Livo que funciona a demanda.

El método es el siguiente: se lanza una oferta para que una enfermera trabaje la noche del próximo día en la UCI, la interesada se apunta y el hospital le hace un contrato por el tiempo necesario en ese momento. Virginia Romero, enfermera de Urgencias, dice que el problema de estos contratos mínimos es que a cada nueva empleada hay que enseñarle desde cero cómo funciona el servicio y que muchas no aguantan un turno completo por las presión del trabajo. “No es que no haya personal en el mercado, es que no cuidan al que ya está”, concluye.

Varias enfermeras confirman que preferirían que las despidieran, porque así recibirían una compensación por despido improcedente y tendrían un colchón para buscar otro trabajo. “La empresa no quiere pagar, así que prefiere tratarnos peor para que renunciemos nosotras, sobre todos las más antiguas, que somos las que ponemos límites”, cuenta una de ellas, que ha preferido no decir su nombre por miedo a las represalias, en medio de los gritos de “menos corbatas y más batas”. La directiva del hospital prohibió que los trabajadores en servicio portaran pegatinas aludiendo a los reclamos que se oyeron en la puerta del hospital, que se asomaran a las ventanas o que bajaran a la concentración en su horario libre.

Dos personas sostienen carteles en defensa de la sanidad en la concentración de este miércoles a las afueras del hospital de Torrejón.

“El trabajo lo acabamos sacando a costa de nuestros esfuerzo”, asegura Yaiza Fernández, ginecóloga y delegada de Amyts. Dice que los trabajadores se sienten “muy poco cuidados” y aún más si se comparan con sus compañeros contratados por el Servicio Madrileño de Salud (Sermas). “Nos frenamos de irnos porque a la hora de aplicar a una OPE [Ofertas Públicas de Empleo] nuestro tiempo trabajado cuenta la mitad”, explica. Los profesionales de los centros concertados se vienen quejando desde hace mucho tiempo de que los traten como “médicos de segunda”, debido a la desventaja con la que parten a la hora de presentarse en las OPE, para las que deben acumular cierta cantidad de puntos, entre los que cuenta el tiempo trabajado. Mientras los de la sanidad pública tienen 0,18 puntos por cada mes de trabajo, los de la privada les otorgan 0,9 por igual periodo, y en otros casos, no les ha contado nada siquiera.

Los pacientes tampoco están del todo contentos, sobre todo los que tienen asignado este hospital por defecto, aseguran los manifestantes. Según el cirujano Esteban, “esperan por sus citas más que los de fuera porque estos representan ganancias y aquellos no”. Mari Carmen Velasco, vecina de Torrejón, fue a la concentración para apoyar a los médicos que suenan sus silbatos sin parar en un intento de que se escuchen sus demandas. Velasco conoce desde dentro los problemas a los que se enfrentan, ya que tiene una hija pediatra trabajando en este centro, pero ella misma asegura que lleva un año a la espera de ser atendida en la Unidad del Dolor y, aunque pone reclamaciones cada 15 días, aún no tiene respuesta. “Hace dos días también me atendió un cirujano que me mandó a hacerme un TAC, pero me alertó de que podrían tardar meses en llamarme”, cuenta. Una amiga que está a su lado le dice riendo que por el ruido de los silbatos ahora tendrán que venir a atenderse con el otorrino, pero otra más allá le aclara que tenga cuidado, porque seguramente no la atienden pronto.

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