De jugar en la selva a lucirse en un campo de Serie Mundial: la rebelión de un grupo de mujeres maya a través del sóftbol
El documental ‘Las Amazonas de Yaxunah’, narrado por la actriz Yalitza Aparicio, cuenta el ascenso y travesía de este equipo de atletas yucatecas en busca de su sitio frente al machismo y la falta de apoyo


A Enedina Canul Poot, cuando era pequeña no le gustaban las muñecas. Solo quería jugar béisbol con los niños de su comunidad. No se lo permitieron. A sus 14 años, quiso estudiar y le respondieron: “Las mujeres no hacen eso”. A sus 47, cuando la gobernación de la península de Yucatán le ofreció clases de zumba para combatir la obesidad en su pueblo, ella se puso de acuerdo con otras mujeres y les propuso jugar sóftbol. Con un bate tallado de madera de un árbol, sin guantes, en una cancha improvisada y ante la mirada de desaprobación de los hombres de su comunidad indígena, dieron inicio a su rebelión.
Así inicia Las Amazonas de Yaxunah, un documental narrado por la actriz Yalitza Aparicio sobre el ascenso y travesía de este equipo de atletas yucatecas en busca de su sitio frente al machismo, la discriminación y la falta de apoyo al deporte femenil.
El equipo conocido como las Amazonas, compuesto por 26 jugadoras de entre 14 y 63 años, nace en 2018 en Yaxunah, un pequeño pueblo de más de 700 habitantes en Yucatán, cerca de Chichén Itzá, uno de los sitios arqueológicos más importantes del país. A pesar del reconocimiento que han ganado en los últimos años, ninguno de los desafíos que tuvieron que superar fue un camino de rosas para este grupo de mujeres de ascendencia maya. El primero de los obstáculos se lo encontraron en sus mismos hogares, con la mirada y juzgamiento de los hombres, esposos, abuelos y miembros de su comunidad.

El comentario generalizado que recibieron fue: “El deporte ese es para hombres, no para mujeres”. Yessica Díaz, una de las integrantes del equipo, cuenta en un fragmento del documental que su esposo, cuando regresaba de jugar, le decía “¿cómo te la pasaste con tu amante?”. Incluso muchos de ellos les negaban el ingreso a sus hogares tras el entrenamiento. A pesar de este hostigamiento, la respuesta de estas mujeres fue unánime y clara. “No nos va a interesar lo que nos digan. Que nos ofendan. No me quiero quedar encerrada en un cuarto de cuatro paredes”.
Aparicio, oriunda de Oaxaca y de ascendencia mixteca, se convirtió en 2018 en la primera mujer indígena en ser nominada a un premio Oscar en la categoría a mejor actriz. A pesar de que no conocía tan a fondo la historia de las Amazonas, el proyecto le atrajo por la fuerza y resistencia que el equipo ha demostrado para llegar a donde está. Pudo visitar su comunidad, conocerlas e involucrarse con ellas para sacar adelante el trabajo de narración del filme.
“He estado empapada un poco con las dificultades que atraviesan las mujeres indígenas en el deporte, porque hay muchas comunidades en las cuales todavía no se les da esa oportunidad de formar parte, o aún se cree que las mujeres no pueden estar en ninguna práctica deportiva. Entonces sentí esta ilusión y emoción de que el público pudiera conocerlas y saber que sí se puede, y que también el progreso de estas mujeres en el deporte no solo las ayuda a ellas, sino también a la comunidad”, afirma la actriz en una entrevista en el hotel Four Season en Ciudad de México.

Las mujeres de la comunidad Yaxunah y las Amazonas, que llevan hipiles (blusa o vestido en náhuatl) como uniforme, confeccionados por ellas mismas —con diseños de flores y hojas en tonos azules y verdaceos—, al inicio del tercer milenio no tenían permitido salir solas a la calle. No podían opinar en las asambleas. No podían ser propietarias de terrenos y no tenían permiso de estudiar.
Asimismo, tenían prohibido ingresar a los cenotes porque, según la creencia ancestral de los hombres, la menstruación le quitaba pureza al agua y era cometer pecado contra la naturaleza. El sóftbol envalentonó a algunas mujeres para romper con esas cadenas y en 2014 cambiaron esa ideología. “Nos hicimos rebeldes”, admite una de las integrantes del equipo en un fragmento del metraje.
Espíritu rebelde
Ese mismo espíritu es el que las llevo de jugar en el campo de sóftbol en Yaxunah como parte de un programa de acondicionamiento físico, a competir contra otros equipos de Yucatán, Campeche y Quintana Roo. De jugar de forma amateur a ganar su primer campeonato, en 2021, nada menos que en el Parque Álamo de Kukulcán, el segundo estadio de béisbol más visitado en México de la última década.
Esa determinación de no solo continuar jugando al deporte que les apasiona, sino también de explorar el mundo y promover la inclusividad y el empoderamiento femenino, las hizo recipientes de ser invitadas de honor en Arizona para jugar un partido de exhibición contra las Phoenix University Falcons en el Chase Field, escenario deportivo que fue anfitrión en 2001 de cuatro encuentros de la Serie Mundial de béisbol, que ese año enfrentó a los Diamond Backs y los New York Yankees por el trono de campeón de la MLB, una de las ligas más importantes de Estados Unidos.

Los objetivos de trasladar la historia de estas atletas a un lenguaje cinematográfico, según el director Alfonso Algara, fueron dos, principalmente. “Uno, no intervenir. Estar de observadores de lo que ellas realmente son y hacen. Y el segundo. Contarlo desde la admiración que tenemos por ellas, por su historia, por lo que representan. Eso fue una constante para nosotros”, explica el realizador en una entrevista en la capital para promocionar la producción.
Enedina Canul Poot, una de las fundadoras del equipo, valora que algunos vecinos las busquen porque quieren que sus hijas entrenen sóftbol con las Amazonas. “Les gusta lo que hacemos y somos famosas. Así piensa la gente ahora. Las mujeres ya tienen más libertad de decidir y ya no se sienten presionadas en sus casas. Tienen esa libertad como amas de casa de tener también tiempo para practicar deporte. Esta semana que fui a mi pueblo vi que hay muchachas que están practicando basquetbol, algo que en Yaxunah nunca se ha visto”, afirma Canul Poot, acompañada de Aparicio y Algara.
Enedina, la niña a la que se le prohibió jugar béisbol, ahora, a sus 54 años, sonríe. No solo como una deportista profesional consagrada, sino también por la satisfacción de que los hombres de su comunidad, en una gran mayoría, piensan diferente y se sienten orgullosos de tener a las Amazonas de Yaxunah como ese equipo de cabecera que los representa.
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